A medida que la población europea envejece, muchas personas se enfrentan a problemas económicos debido al aumento del coste de la vida. El coste de la vivienda, la asistencia sanitaria y los gastos cotidianos como la comida y el transporte están aumentando, lo que hace más difícil que las personas más mayores lleguen a fin de mes.
Los tres costes y gastos más relevantes en el coste de la vida en Europa
En muchos países, el coste de la asistencia sanitaria es una preocupación importante para los adultos. A medida que las personas envejecen, tienden a necesitar más atención médica, y el coste de los servicios sanitarios y los medicamentos puede ser desorbitado. Además, muchas personas mayores viven con unos ingresos fijos, lo que dificulta cubrir estos gastos.
La vivienda es otro gasto importante cuando envejecemos, ya que el coste de los alquileres y los pagos hipotecarios sigue aumentando. Muchas personas mayores se enfrentan también al reto de mantener sus hogares, lo que puede resultar costoso y llevar mucho tiempo.
Los gastos diarios, como la comida, el transporte y los servicios públicos, también son cada vez más caros, lo que dificulta a los mayores estirar sus presupuestos. En algunos casos, las personas mayores se ven obligadas a tomar decisiones difíciles entre pagar lo esencial, como la comida o los medicamentos.
A medida que el coste de la vida sigue subiendo, muchas personas luchan por encontrar opciones de vivienda asequibles. Sin embargo, una solución que ha ido ganando popularidad en los últimos años es compartir viviendas de larga duración entre distintas generaciones. No sólo supone un alivio económico, sino que también crea un sentimiento de comunidad y conexión entre personas de distintas edades.
Las tres ventajas de compartir una vivienda con una persona de otra generación
Compartir una vivienda con alguien de una generación diferente puede aportar muchas ventajas. Por ejemplo, los propietarios de más edad que tengan dificultades para mantener su propiedad pueden beneficiarse de inquilinos más jóvenes que les ayuden con el mantenimiento. Además, los inquilinos más jóvenes pueden beneficiarse de la sabiduría y la experiencia de sus compañeros de piso de más edad.
Una de las ventajas más significativas del uso compartido intergeneracional es el ahorro económico potencial. Al dividir los costes de los pagos de la hipoteca, los servicios públicos y otros gastos, ambas partes pueden ahorrar dinero a largo plazo. Además, los propietarios de más edad pueden complementar sus ingresos alquilando espacio extra en su casa.
Compartir casa también ofrece la oportunidad de establecer vínculos intergeneracionales que pueden durar toda la vida. Los compañeros de piso pueden aprender unos de otros y conocer mejor las distintas perspectivas y experiencias. Esto puede conducir a un mayor sentido de la comprensión y la empatía entre personas de diferentes edades.