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  • Farmacodependencia en personas mayores: LA PÍLDORA DE LA FELICIDAD NO TIENE FORMA DE PASTILLA

  • Bienestar
Publicado por Garazi Atxikallende el 23/09/2024

La farmacodependencia en personas mayores es un problema de salud pública que ha ganado relevancia en los últimos años. Con el envejecimiento de la población, se incrementa la prevalencia de enfermedades crónicas, lo que conlleva a un uso más frecuente de medicamentos. Este fenómeno puede derivar en una dependencia perjudicial, tanto física como emocional. En este artículo, profundizaremos en cómo la búsqueda de bienestar y felicidad en la vejez no debe centrarse exclusivamente en el uso de fármacos, y cómo la verdadera "píldora de la felicidad" se encuentra en otros aspectos de la vida.

La realidad de la farmacodependencia en la tercera edad

La farmacodependencia en personas mayores a menudo surge debido a la prescripción continuada de medicamentos para tratar diversas afecciones como el insomnio, la ansiedad, el dolor crónico, y la depresión. Según un estudio realizado por J. Mark Ruscin y Sunny A. Linnebur, (actualizado en agosto de 2023), Casi el 90% de los adultos mayores toman regularmente al menos 1 medicamento recetado, casi el 80% toma regularmente al menos 2 medicamentos recetados y el 36% toma regularmente al menos 5 medicamentos recetados diferentes. Cuando se incluyen complementos dietéticos y de venta libre, estos porcentajes son aún más elevados.  Esta polifarmacia aumenta el riesgo de interacciones medicamentosas y efectos secundarios adversos, lo que puede complicar aún más la salud del individuo.

El envejecimiento trae consigo un aumento en las enfermedades crónicas, lo que lleva a muchos adultos mayores a depender de múltiples medicamentos para mantener su calidad de vida. Sin embargo, esta práctica puede convertirse en una trampa peligrosa. Los medicamentos que inicialmente mejoran la vida del paciente pueden, con el tiempo, causar dependencia, adicción, y una serie de problemas de salud adicionales.

El peligro de la automedicación

La automedicación es un factor que exacerba la farmacodependencia. Muchas personas mayores, en su afán por sentirse mejor, tienden a aumentar las dosis o a tomar medicamentos sin la supervisión adecuada de un profesional de la salud. Esto puede llevar a una espiral de dependencia, donde el individuo siente que no puede funcionar sin su "píldora de la felicidad".

La automedicación también puede ser motivada por la falta de acceso a servicios de salud, la percepción de que los médicos no comprenden sus necesidades, o la presión social para estar siempre activos y saludables. Este comportamiento no solo aumenta el riesgo de sobredosis y efectos secundarios, sino que también puede enmascarar problemas de salud subyacentes que requieren atención profesional.

Efectos secundarios de los fármacos en los ancianos

A medida que envejecemos, nuestro cuerpo sufre una serie de cambios fisiológicos que pueden afectar la forma en que procesamos los medicamentos. Los adultos mayores suelen ser más susceptibles a los efectos secundarios de los fármacos debido a la disminución de la función renal y hepática, cambios en la composición corporal, y la presencia de múltiples enfermedades crónicas que requieren medicación. En este artículo, abordaremos los efectos secundarios más comunes de los fármacos en los ancianos y cómo pueden gestionarse para minimizar riesgos.

  1. Sedación y somnolencia: Muchos medicamentos, especialmente los que se prescriben para tratar el insomnio, la ansiedad y ciertas afecciones psiquiátricas, pueden causar sedación y somnolencia excesivas. Esto puede aumentar el riesgo de caídas y accidentes en los ancianos, comprometiendo su independencia y calidad de vida.
  2. Confusión y deterioro cognitivo: Los medicamentos que afectan el sistema nervioso central, como los antidepresivos, antipsicóticos y algunos analgésicos, pueden causar confusión y deterioro cognitivo. Esto puede ser particularmente problemático en ancianos que ya tienen algún grado de deterioro cognitivo o demencia.
  3. Mareos y vértigo: Muchos medicamentos, incluidos los antihipertensivos y ciertos tipos de diuréticos, pueden causar mareos y vértigo. Estos efectos secundarios pueden aumentar el riesgo de caídas y lesiones graves, como fracturas.
  4. Problemas gastrointestinales: Los efectos secundarios gastrointestinales, como náuseas, vómitos, estreñimiento y diarrea, son comunes en los ancianos que toman múltiples medicamentos. Los antiinflamatorios no esteroides (AINEs) y ciertos antibióticos son conocidos por causar estos problemas.
  5. Reacciones alérgicas: Los ancianos son más propensos a desarrollar reacciones alérgicas a los medicamentos, que pueden variar desde erupciones cutáneas leves hasta reacciones graves como el síndrome de Stevens-Johnson. Es importante que los médicos monitoricen de cerca cualquier signo de reacción alérgica en los ancianos.
  6. Hipotensión ortostática: Algunos medicamentos, como los antihipertensivos y los diuréticos, pueden causar hipotensión ortostática, una caída repentina de la presión arterial al ponerse de pie. Esto puede provocar mareos, desmayos y un mayor riesgo de caídas.
  7. Problemas renales y hepáticos: El envejecimiento reduce la capacidad del cuerpo para metabolizar y excretar medicamentos. Los fármacos que se procesan en el hígado o se eliminan a través de los riñones pueden acumularse en el cuerpo y causar toxicidad si no se ajustan las dosis adecuadamente.
  8. Interacciones medicamentosas: Los ancianos a menudo toman múltiples medicamentos simultáneamente, lo que aumenta el riesgo de interacciones medicamentosas. Estas interacciones pueden alterar la eficacia de los medicamentos o aumentar la probabilidad de efectos secundarios adversos.

Estrategias para minimizar los efectos secundarios

  1. Revisión periódica de la medicación: Es crucial que los médicos revisen regularmente la lista de medicamentos de los ancianos para identificar y eliminar aquellos que no sean absolutamente necesarios.
  2. Ajuste de dosis: Los médicos deben ajustar las dosis de los medicamentos en función de la función renal y hepática del paciente y otros factores individuales.
  3. Monitoreo cercano: Los ancianos que inician un nuevo medicamento deben ser monitoreados de cerca para detectar cualquier efecto secundario temprano.
  4. Educación del paciente y la familia: Informar a los ancianos y sus cuidadores sobre los posibles efectos secundarios y las señales de advertencia puede ayudar a detectar problemas antes de que se vuelvan graves.
  5. Uso de alternativas no farmacológicas: Siempre que sea posible, considerar alternativas no farmacológicas para el manejo de afecciones comunes como el dolor, la ansiedad y el insomnio.

La búsqueda de la felicidad más allá de las pastillas

La felicidad y el bienestar en la vejez no deben depender únicamente del consumo de fármacos. Existen numerosas estrategias y actividades que pueden contribuir a mejorar la calidad de vida sin necesidad de recurrir a medicamentos. A continuación, exploramos algunas de las opciones más efectivas:

  1. Actividad física regular: El ejercicio no solo mejora la salud física, sino que también tiene un impacto positivo en el estado de ánimo y el bienestar mental. Actividades como caminar, nadar, o practicar yoga pueden ser muy beneficiosas.
  2. Alimentación saludable: Una dieta equilibrada rica en frutas, verduras, y nutrientes esenciales puede tener efectos sorprendentes en la salud emocional y física. Reducir el consumo de azúcar y alimentos procesados también puede mejorar el bienestar general.
  3. Redes de apoyo social: Mantener relaciones sociales y participar en actividades comunitarias puede proporcionar un sentido de pertenencia y propósito. Las interacciones sociales regulares son vitales para mantener la salud mental y emocional.
  4. Terapias alternativas: Prácticas como la meditación, el yoga, y la terapia cognitivo-conductual han demostrado ser efectivas en el manejo del estrés y la ansiedad. Estas terapias pueden ser excelentes complementos o incluso sustitutos de los medicamentos en algunos casos.
  5. Pasatiempos y actividades recreativas: Dedicarse a hobbies y actividades que apasionen puede ser una excelente manera de encontrar alegría y satisfacción en el día a día. Pintar, leer, jardinería, o aprender algo nuevo puede ser muy gratificante.

La importancia de la supervisión médica

Se sabe que no es fácil encontrar la medicina ideal para cada enfermo, pero aun así, los médicos deberían cuidar más sus costumbres en materia de prescripción. Ante un anciano enfermo es necesario plantear las siguientes preguntas: ¿Se requiere tratamiento con medicamentos? ¿Es ésta la fórmula correcta? ¿Está la dosis ajustada? ¿Se ha revisado regularmente la medicación prescrita?

La mala o inadecuada medicación de los ancianos es un problema muy serio. Hasta un 15 % de los ingresos en los hospitales son de ancianos con enfermedades iatrogénicas, o bien, provocados por imprudencia médica. Aun sin llegar a estos extremos, el peligro de intolerancia, interacciones medicamentosas o daño progresivo es permanente.

Otro hecho relacionado con los fármacos, es que la química y la fisiología del organismo de los viejos hace que las medicinas se muevan a través del sistema por caminos que son diferentes a los de las personas jóvenes, de manera que las personas ancianas reaccionan de distinto modo. Los posibles efectos de estos cambios son: una menor tolerancia y una mayor sensibilidad a las medicinas, de manera que los pacientes viejos necesitan una dosis terapéutica menor de medicamentos psicoactivos y son más propensos a tener efectos secundarios y reacciones adversas a los medicamentos que los pacientes jóvenes.

El apoyo psicológico como prevención

El problema de la adicción a fármacos en la tercera edad no es sencillo. Los adultos mayores corren el peligro de desarrollar conductas adictivas a fármacos, alcohol y otras drogas. Esto se debe a dos factores principales: la incompetencia terapéutica que propicia la polifarmacia y la yatrogenia, y las difíciles condiciones físicas y sociales, así como las pérdidas, cambios súbitos de roles y las consecuencias psicológicas a las que se enfrentan los ancianos.

Desafortunadamente, el problema de las adicciones se complica puesto que hay un gran porcentaje de ancianos que, además de utilizar fármacos, los combinan con alcohol. Tal vez la mayor dificultad radique en que estos adictos no se ven como típicos adictos; no se les nota tan fácilmente y pueden parecer tranquilos, pero están en riesgo.

Para disminuir el consumo exagerado e indiscriminado de fármacos en la tercera edad, es fundamental trabajar con los ancianos en aspectos como los cambios que experimentan, sus sentimientos ante la pérdida, el duelo, la depresión y la ansiedad. No es fácil para los mayores constatar en tan poco tiempo la pérdida de la fuerza y resistencia, la potencia sexual, la disminución sensorial; asimilar que ya no pueden trabajar, que los hijos se han ido y el nido ha quedado vacío; aceptar enfermedades dolorosas o crónicas. Todo esto representa serios conflictos para adaptarse a nuevas condiciones de vida.

El apoyo psicológico es fundamental en el proceso de envejecimiento. Se ha observado que ancianos con una autoestima elevada tienen menos posibilidades de desarrollar cualquier tipo de adicción. 

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