La Navidad y el Año Nuevo son momentos de celebración, reencuentros familiares y alegría, pero también pueden coincidir con un aumento significativo de fallecimientos entre las personas mayores. Aunque este fenómeno puede parecer anecdótico, la realidad es que diversos factores convergen en esta época del año para incrementar los riesgos para nuestra salud. A continuación, exploramos las principales causas detrás de este fenómeno.
La mortalidad por cualquier enfermedad alcanza máximos en estos meses, con las enfermedades cardiovasculares especialmente afectadas. Unas fechas tan significativas como las navideñas son un momento especialmente emotivo en el que nos gusta compartir con la familia. Apreciamos a los que nos rodean y recordamos a los que no están con nosotros. Sobre todo a los que fallecieron por esta época, algo muy habitual. Y es que el comienzo del invierno es el momento de mayor mortalidad de todo el año.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) publica cada año los datos definitivos de fallecimientos y las estadísticas lo dejan claro, enero y diciembre son los meses con más defunciones: Enero de 2023 registró 46.999 fallecimientos y diciembre 42.397; En 2022, las cifras fueron de 52.138 y 42.397 muertes, respectivamente.
Estos datos nos persiguen desde hace ya más de una década. En 2012, por ejemplo, se registraron 49.370 muertes en enero y 41.665 en diciembre. Fueron los dos únicos meses donde el número de defunciones estuvo por encima de las 40.000.
Un estudio del Instituto de Salud Carlos III centrado en la década del 2000 al 2009 concluía que, por cada grado de temperatura ambiente por debajo de cierto umbral de impacto en la salud, el riesgo de mortalidad atribuible a frío extremo crecía entre un 9,1% y un 13,8%.
Calcularon 10.460 muertes atribuibles a esta condición, unas 1.050 al año. En general, por cada día de frío extremo estimaron 3,5 muertes por encima de la media de la época, mientras que sólo hay 3 por episodios de calor extremo.
El invierno es una temporada dura para la salud, especialmente para los mayores. Las bajas temperaturas aumentan el riesgo de hipotermia, infecciones respiratorias como la gripe y la neumonía, así como eventos cardiovasculares, como infartos y derrames cerebrales. Las personas mayores somos especialmente vulnerables debido a que nuestro sistema inmunológico suele ser más débil y tienen mayor incidencia de enfermedades crónicas.
Un estudio del Instituto de Salud Carlos III centrado en la década del 2000 al 2009 concluía que, por cada grado de temperatura ambiente por debajo de cierto umbral de impacto en la salud, el riesgo de mortalidad atribuible a frío extremo crecía entre un 9,1% y un 13,8%.
Calcularon 10.460 muertes atribuibles a esta condición, unas 1.050 al año. En general, por cada día de frío extremo estimaron 3,5 muertes por encima de la media de la época.
Aunque la Navidad es conocida como una época de unión, muchas personas mayores se sienten especialmente solas durante estas fechas. La soledad y el aislamiento social son factores de riesgo para la salud mental y física, contribuyendo a la aparición de problemas como la depresión y el deterioro general del estado de salud. Estas condiciones pueden agravar enfermedades preexistentes y aumentar el riesgo de fallecimiento.
Las emociones, tanto positivas como negativas, pueden tener un impacto físico considerable. Durante las fiestas, algunos mayores experimentamos un estrés emocional importante, ya sea por recuerdos de seres queridos que ya no están, preocupaciones económicas o la falta de interacción social. Este estrés puede desencadenar problemas cardíacos, hipertensión y otras afecciones graves.
La Navidad y el Año Nuevo suelen implicar alteraciones en las rutinas diarias. Horarios irregulares, comidas más abundantes y menos saludables, y la interrupción de tratamientos médicos o chequeos regulares pueden tener un impacto negativo en la salud. Las personas mayores, que solemos beneficiarnos de rutinas estables, somos particularmente sensibles a estos cambios.
En muchas regiones, los servicios médicos y de emergencia funcionan a un ritmo más lento durante las festividades. Esto puede provocar retrasos en la atención de enfermedades o emergencias médicas, lo que en algunos casos puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
En conclusión, el aumento de mortalidad en los meses de diciembre y enero es "multifactorial". Hay que tener en cuenta las infecciones respiratorias, saturación de los hospitales, peor dieta por los excesos de las fechas navideñas, y otros factores que convergen para hacer de estas fechas un periodo especialmente delicado.
Es crucial adoptar medidas para cuidarnos durante la temporada navideña. Aunque las estadísticas asustan y son una realidad, no son un veredicto mortal. Como bien muestran también las estadísticas anualmente la longevidad humana se va prolongando creando una nueva vida mayor. Ya no estamos destinados a sentarnos en un sillón a escuchar la radio y hacer ganchillo mientras esperamos a nuestro último día. Al mismo tiempo que la medicina avanza, mejora nuestra calidad de vida y con ello nuestra vida activa.
Hacerse mayor no marchitarse en un sofá, sino florecer de nuevo en unas condiciones diferentes y seguir buscando la luz para seguir creciendo y formándonos fuertes y altos. Por ello vamos a terminar el artículo dando algunas recomendaciones y deseando una largo, feliz y activo invierno:
Garazi Atxikallende (02/12/2024)